Subiendo.
-¿Qué me suba quieres?
-Claro, ¿qué más da?
-Pero, ¿no crees que está muy empinada?
-Bueno, y sí, pero, ¿qué más da?
-Que me puedo partir una pierna o destrozar la columna.
-Sí, pudieran ser algunas consecuencias, pero, ¿tienes alguna certeza?
-¿De certezas me hablas?
-Claro, ¿tienes la seguridad de que las consecuencias todas van a ser terribles?
-La verdad es que no, pero estoy valorando los pros y los contras de tu propuesta.
-¿No es que todo en la vida tiene de los dos sacos?
-Sí, esa es una certeza, pero, ¿qué podría ganar?
-¿Qué no eres capaz de valorar el paisaje que verías desde allá arriba? La cantidad de adrenalina que desprenderías te haría sentir como un hombre nuevo.
-Ni me hables del hombre nuevo.
-No me refiero a ese tipo vil.
-Lo sé, estaba tratando de hacer un chiste. Y a ver, ¿por qué no vienes conmigo? Seguramente juntos el paisaje se respiraría mucho mejor, podría abrazarte al llegar y entonces desprenderíamos muchas más sustancias y la experiencia sería sin dudas liberadora y gratificante.
-¿Yo?
-Sí.
-Bueno, no lo había pensado de esa manera. Pensé que era algo que tú necesitabas más.
-¿Y por qué?
-Bueno, pongamos que significaría que confías en mis consejos, que tomas en cuenta mis deseos de que triunfes, de que disfrutes de cosas maravillosas….
-¿Y los contra, por ejemplo, si me caigo y me quedo paralítico… te quedarías a mi lado?
-Creo que ya estás de nuevo, dramatizando.
-Pensé que no era un problema que viviéramos esto juntos, que de eso se trataban las relaciones.
-¿De qué, de que nos rompamos todos los huesos juntos?
-Bueno, pero eso no es una certeza, ¿no? Es solo una opción. Hay muchas más probabilidades de que sea algo grandioso.
-Si estás tan convencido entonces sube.
-Pero está muy inclinada…
-Ya pasamos ese punto…
-Yo subo si tú subes.
Y entonces la vida habló:
-¿Suben o no suben?
Y los dos se miraron con inquietud, habían caminado por mucho tiempo uno al lado del otro en la llanura, entre los árboles, respirando la calma de la brisa.
-¿Pero, si la idea de que tú subieras fue mía, por qué debo subir yo contigo ahora?
-Porque me parece justo.
-¿Justo?
-Y hermoso.
-¿Hermoso? ¿Y dónde quedaron ahora tus con
tras, tus miedos?
-Al lado tuyo soy un tipo más seguro, sería capaz de ir hasta el fin del mundo.
-¿Pero solo no?
Y la vida volvió a preguntarles, como siempre de desesperada, de tajante.
-¿Suben o no suben?
Hannah Imbert
